martes, 2 de agosto de 2011

Santa Fe en el panorama electoral nacional

¿Santa Fe significa a nivel nacional una derrota del kirchnerismo?
La lectura sesgada diría que sí. La lectura nacional, en cambio, indica que Santa Fe no se trata acerca de lo que se termina, sino de lo que empieza.

Las fuerzas políticas opositoras que no supieron organizarse de manera legislativa ni política frente al oficialismo encuentran de a poco su propio cauce a través de las urnas. ¿Qué emerge de la explosión de votos para candidatos emergentes como Miguel Del Sel o del valle de soledad al que fue relegado el candidato kirchnerista Agustín Rossi?

En principio, la certeza de que el oficialismo, tras ocho años de gestión, ya no parece dominar las fichas del tablero político, aunque gran parte de su discurso oficial, e incluso su plan de campaña hacia octubre, se base en la profecía de presentarse como la única candidatura ante un desierto de opciones. Sin embargo, Santa Fe es también la certeza aún más clara de que también comienza a delimitarse un perfil significativo de votos que no encuentran, ni en las propuestas de la UCR ni en las propuestas del socialismo binnerista, una opción verdaderamente satisfactoria cuando se trata de encontrar barreras locales a las inquietudes electorales del 2011.

De esa nube de votos que no terminan de identificarse con un partido, un cúmulo muy importante de votos peronistas-no-kirchneristas, votos que esta vez volvieron a merodear al PRO, tendrá su gran oportunidad para definir un verdadero escenario electoral de cara a octubre en las inminentes elecciones primarias de agosto.

¿Existe ya alguna certeza que no necesite del resultado de esas elecciones para comenzar a jugar en la verdadera elección de 2011?

El quiebre del supuesto universo cerrado de votantes cautivos del kirchnerismo, que se proponía a sí mismo como la única opción ante un “abismo económico, político y moral”, ya no se percibe como un efecto local y coyuntural, como ocurrió en las elecciones porteñas, sino como un síntoma evidente del desgaste kirchnerista.

Mientras tanto, hay una nueva voz, que comienza a generar su propio terreno y que necesitará ahora encontrar la fórmula que pueda articularla del modo más honesto posible.

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